Bruselas (EuroEFE).- La Oficina Europea de Patentes (OEP) reconoció esta semana las mejores innovaciones, de países europeos y extracomunitarios, que aportan soluciones tecnológicas a retos como la crisis climática o la resistencia a los antibióticos a través de herramientas como la inteligencia artificial (IA).
El Premio al Inventor Europeo, lanzado en 2006 por la OEP y dividido en siete categorías, rinde homenaje a los inventores de todo el mundo que transforman sus ideas en progreso tecnológico, crecimiento económico o mejoras en la vida diaria.
A esta edición se presentaron más de 550 candidatos que representaron a 16 países: Ucrania, Reino Unido, Túnez, Alemania, Suecia, Brasil, Estados Unidos, Islandia, Polonia, Finlandia, Francia, Italia, España, Países Bajos, Malta y Japón.
Apuesta por la IA
En la categoría de Investigación, el galardón fue para el proyecto de la informática Cordelia Schmid (Alemania), que ha enseñado a las computadoras, a través de la IA, a «ver» e interpretar datos visuales complejos a tiempo real.
«La visión de las tecnologías y el aprendizaje de las máquinas está ya en todas nuestras herramientas, como cuando usamos nuestra huella para desbloquear el teléfono; es parte de nuestro día a día«, afirmó Schmid al recoger el galardón.
«Si desarrollamos con responsabilidad la IA, ésta puede cambiar el mundo«, añadió la informática durante la ceremonia, celebrada el martes en Malta y retransmitida en directo.
El premio en la categoría de Trayectoria Profesional se lo llevó la química inglesa Carol Vivien Robinson (Reino Unido), por su «innovador enfoque» en la espectrometría de masas, que ha allanado el camino para los avances en el descubrimiento de fármacos y medicina personalizada.
Aluminio y perovskita para la transición ecológica
En la categoría de Industria, Fiorenzo Dioni (Italia) y Richard Oberle (Alemania) fueron premiados por sus avances en la tecnología de fundición de aluminio, que reduce las emisiones de carbono en la fabricación de automóviles.
Respecto a los países extracomunitarios, el ganador fue el científico Masato Sagawa (Japón) por el «imán permanente más potente del mundo«, convertido en un componente indispensable en la tecnología moderna.
También competían en esta categoría el inventor David Fattal (Estados Unidos) por sus avances a la hora de crear imágenes 3D a tiempo real sin necesidad de gafas, y un equipo brasileño liderado por Fernando Catalano y Micael Carmo por el desarrollo de aviones más silenciosos y con menores emisiones de dióxido de carbono.
En la categoría de pymes (empresas con menos de 250 empleados y una facturación anual inferior a 50 millones de euros), el ganador fue un equipo polaco dirigido por Olga Malinkiewicz por su tecnología de células solares de perovskita, una alternativa a los paneles solares tradicionales, más económicas y respetuosas con el medio ambiente.
Ese equipo polaco también se llevó el Premio Popular, seleccionado por el público entre los finalistas.
El premio a los jóvenes, para Países Bajos
Por último, la científica holandesa de 29 años Rochelle Niemeijer ganó el Premio a los Jóvenes Inventores, que reconoce las iniciativas desarrolladas por jóvenes de hasta 30 años.
Niemeijer desarrolló un kit portátil que, impulsado por IA, permite diagnosticar infecciones bacterianas de forma más rápida y abordar la resistencia a los antimicrobianos.
🎉 Congrats to Rochelle Niemeijer from the Netherlands for winning the Young #InventorsPrize at the European #InventorAward 2024 with her portable bacterial infection test kit! 🥇🇳🇱
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— EuropeanPatentOffice (@EPOorg) July 9, 2024
A partir de ahora, la OEP entregará el premio a los más jóvenes cada dos años y lo hará en una ceremonia independiente, que en 2025 tendrá lugar en Islandia.
Abierto a inventores de todo el mundo, el Premio a los Jóvenes Inventores premia las soluciones que contribuyen a los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, para lo que no es necesario contar con una patente europea. El ganador recibe 20.000 euros, mientras que los finalistas en segundo y tercer lugar ganarán 10.000 y 5.000 euros respectivamente.
En cambio, para poder optar a las categorías tradicionales del Premio al Inventor Europeo, los finalistas sí deben contar con una patente europea concedida y la comercialización en Europa.
Editado por Lucía Leal