Bogotá (EuroEFE).- El secretario general del Consejo Noruego de Refugiados (NCR, por sus siglas en inglés), Jan Egeland, no entiende «la ausencia» de una inversión fuerte de Europa para lograr el fin del conflicto armado colombiano, que se ha recrudecido en los últimos meses, y asegura que esta ceguera repercute en asuntos europeos, como las drogas o la migración.
«Si quieren ver menos drogas y menos migración hay que invertir en el desarrollo y en el trabajo humanitario«, dice Egeland en una entrevista con EFE, en la que llama a la comunidad internacional a destinar más recursos a la paz de Colombia, y agrega que Europa solo invierte en la paz en Oriente Medio porque «es su mar«.
Hay ocho conflictos armados en Colombia, recuerda la ONG noruega, además de tres millones de venezolanos que han huido y residen en el país vecino y 200.000 personas que han cruzado el tapón del Darién hasta ahora, algo que «Europa parece no entender».
In Colombia, the hope for peace – so strong 10 years ago – is fading, particularly in rural areas.
Armed groups are dominating the lives of millions of people & increasing numbers of communities are trapped & isolated.
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— Jan Egeland (@NRC_Egeland) August 15, 2024
Por ello, Egeland resalta que hay comunidades indígenas y de afrodescendientes en diversas zonas del suroeste de Colombia que viven en «cruces de fuego» entre los grupos armados que luchan por el territorio y las plantaciones ilegales.
Son personas en «confinamiento«, pues no pueden moverse porque están controlados por estos grupos y porque sus territorios están rodeados de minas, agrega.
Vivir en zona de conflicto
Más de ocho millones de personas viven así, en medio del conflicto, porque cada vez hay más guerra y más cultivos ilícitos, lo que está generando un aumento de los desplazamientos forzados y un mayor contraste entre la realidad de las grandes ciudades y la «Colombia olvidada».
Desde 2021 ha habido un incremento de 3,5 millones de colombianos que residen en lugares donde hay control de grupos armados, un aumento del 71 %, según informó este jueves el NRC.
Y Colombia sigue estando en la lista de los cuatro países con mayor número de desplazados internos, con 5,1 millones de personas en esa situación a fines de 2023.
La situación en estas zonas de conflicto es «miserable», lamenta el secretario del NRC, y agrega que las historias de estos habitantes le «rompen el corazón» porque líderes indígenas reclaman que sus culturas «están muriéndose«, se están viendo obligados a desplazarse y sus jóvenes «no ven otra opción» que meterse en grupos armados o en el tráfico de drogas.
Muchos de estos jóvenes no pueden estudiar por los continuos ataques a escuelas, en ocasiones ocupadas por los grupos armados para sus propósitos y los reclutamientos forzados de niños y adolescentes, lo que resulta en una suma de casi 30.000 estudiantes que se han visto afectados desde 2022, según el NRC.
«Los grupos armados robaron sus casas, sus medios de transporte y sus vidas», apunta Egeland, que expresa que ahora están desplazados y completamente olvidados por el resto de Occidente, a excepción de Estados Unidos, «el único donante de cierto peso en Colombia«.
Sin embargo, el secretario puntualiza que lo que quiere EE.UU. es prevenir la migración, mientras que desde la onegé noruega quieren aportar alternativas positivas a esas olas de gente que huye de su país sin esperanzas de volver.
El secretario general del NRC visitó Colombia durante la última semana y se reunió con comunidades que habitan las zonas de conflicto armado o que se han visto obligadas a desplazarse por el mismo.
En 2024, la Unión Europea (UE) tiene previsto destinar 16 millones de dólares a Colombia, incluidos 2,5 millones de euros para un programa de ‘consolidación de paz’, centrado en apoyo a negociaciones de paz, con especial énfasis en mujeres y jóvenes.
Aunque a esas cantidades se les debe sumar lo que aportan los países europeos individualmente, las cifras contrastan aún así con los más de 637 millones de dólares que desembolsó Estados Unidos el año pasado en ayuda tanto humanitaria como militar al país andino.
Víctimas del «paro armado»
Los diálogos de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) pasan por un momento crítico, debido a las exigencias de esa guerrilla de que el Ejecutivo los retire de la lista de grupos terroristas y tras la terminación del cese el fuego bilateral el pasado 3 de agosto.
El ELN mantiene enfrentamientos armados con el Clan del Golfo, la mayor banda criminal del país, en una lucha por controlar a la población y el territorio, sobre todo en el departamento colombiano del Chocó (oeste).
Esta semana falleció una niña de 16 meses en Istmina, en el Chocó, por falta de atención médica debido a que el ELN decretó un «paro armado» que impedía cualquier actividad comercial o cotidiana de las poblaciones afectadas, en el marco de su enfrentamiento con el Clan del Golfo.
Dolorosa la.muerte de la niña indígena Isabella Piraza Pizario en Istmina, Chocó. Su partida es un recordatorio de la realidad que viven muchas comunidades en nuestro país. Este hecho no puede ni debe repetirse. Como Gobierno, reafirmamos nuestro compromiso de proteger a los más…
— Gustavo Petro (@petrogustavo) August 15, 2024
Editado por Lucía Leal