Bad Ischl (Austria) (EuroEFE).- Bad Ischl, ubicada en la idílica región austríaca de Salzkammergut, eleva en 2024 por primera vez una zona alpina, marcada por su belleza y tradiciones, a la categoría de Capital Europea de la Cultura.
Esta pequeña ciudad de 14.000 habitantes, con un importante legado imperial, milenarias minas de sal y una larga historia como refugio de artistas y escritores, inauguró este sábado un año de celebración con un programa bajo el lema «La cultura es la nueva sal».
La frase hace referencia a que los yacimientos de ese mineral, explotados desde la prehistoria, trajeron en el pasado riqueza a toda una región en la que 23 municipios se han unido ahora -con Bad Ischl como capital- para desarrollar un programa de actividades culturales.
Bad Ischl, Tartu & Bodø are this year’s European Capitals of Culture! 🙌
Throughout 2024, these cities will host numerous events & festivities that showcase their rich histories.
ℹ️ To find out more about these events, check out @BadIschl_Skgt, @Tartu2024 & @bodo2024
— European Economic and Social Committee (@EU_EESC) January 19, 2024
TRADICIÓN Y MODERNIDAD
En la inauguración de la capitalidad cultural, mil personas entonaron un canto alpino dirigido por un artista local, Hubert von Goisern, y actuaron numerosos artistas, entre ellos, Tom Neuwirth, vencedor de Eurovisión en 2014 como Conchita y que también procede de la región.
«La cultura crea comunidad, ese es uno de los objetivos», asegura a los periodistas la directora artística del evento, Elisabeth Schweeger, que busca entrelazar la fuerte identidad de una región alpina y su artesanía, como la cerámica, con los grandes debates culturales globales.
El programa, con cientos de actividades, incluye iniciativas relacionadas con la memoria histórica -como el legado de los Habsburgo o de la época Nazi-, así como proyectos de arte contemporáneo y nuevos formatos culturales que abordan cuestiones como el turismo sostenible o el cambio climático.
Desde conciertos en las salinas subterráneas de Ebensee -que durante el nazismo fue un campo de trabajo forzado para fabricar armamento y donde murieron casi 8.500 prisioneros- hasta proyectos en cuevas de hielo, Bad Ischl enlaza cultura y naturaleza en una región a la que el cambio climático afecta especialmente.
Entre los artistas que participan hay nombres internacionales, como el chino Ai Weiwei, la japonesa Chiharu Shiota, que recordará en su proyecto a los prisioneros asesinados en Ebensee, o el artista estadounidense Bill Fontana.
La de Fontana será una instalación acústica llamada «Silent echo» que se inaugurará el próximo otoño en una cueva de hielo y que combina el sonido de la mayor campana de la catedral de Notre-Dame de París, que no resuena desde que el templo ardió en 2019, con el del deshielo de un glaciar de la región.
El proyecto busca fusionar el goteo del hielo y el eco silencioso de las campanas en un dueto que vincula una naturaleza amenazada con la fragilidad de la cultura.
Otro de los grandes aspectos del programa es la reflexión sobre el turismo sostenible, a la búsqueda de un modelo que aporte más que el que asola algunos de los pueblos de la región, como Hallstatt.
A ese pequeño pueblo de 750 habitantes a orillas de un pintoresco lago -declarado Patrimonio de la Humanidad- acuden cada día en temporada alta unos 10.000 turistas en autobús que, en su mayoría, se quedan apenas el tiempo necesario para un selfi.
Bad Ischl, conocida como la «capital secreta» durante su época dorada en el Imperio Austro-Hungaro, fue la residencia veraniega del emperador Francisco José y su esposa Elisabeth, conocida como Sisi.
La región, además de refugio estival para la aristocracia, ha inspirado a artistas, poetas y pensadores. Sus picos y numerosos lagos, con el Traunsee como el más imponente, fascinaron a figuras como el compositor Gustav Mahler y el pintor Gustav Klimt.
El monopolio que la dinastía de los Habsburgo impuso sobre la sal puso la región directamente bajo su control durante siglos, limitando la entrada y salida de población, lo que hizo de Salzkammergut un lugar particularmente aislado.
Eso se tradujo en cierta inmovilidad y conservadurismo que han llegado hasta hace bien poco.
Conchita todavía recuerda como una experiencia «traumática» haber crecido en la región, donde se le recordaba cada día «que era distinto» por su orientación sexual, lo que le impulsó a marcharse cuando era sólo un adolescente.
Precisamente, uno de los problemas de Salzkammergut, que tiene en el turismo su principal actividad económica, es que muchos jóvenes la abandonan para buscar salidas profesionales en ciudades más grandes, como Viena o Graz.
«Espero que muchos proyectos sigan después de 2024 y que atraiga a muchos jóvenes, y que parte de los que se fueron vuelvan», explica a EFE Marianne Heidl, que trabaja como guía turística en la región.
Aunque muchos vecinos reconocen la importancia de la capitalidad cultural, también se dejan oír algunas críticas.
«Muchos proyectos y residencias artísticas son de gente que no tiene nada que ver con Salzkammergut, deberían haber aprovechado la oportunidad para promocionar más a los de aquí», se queja Ana, una estudiante de Hostelería.
Editado por Sandra Municio