Necesitamos datos educativos de calidad para poder progresar debidamente en la educación

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Necesitamos datos educativos de calidad para poder progresar debidamente en la educación

Un aula vacia de un colegio de Villanueva del Río Segura, Murcia (España), en marzo de 2020. EFE/Marcial Guillén

¿Qué tienen que ver las estadísticas con el hecho de que las y los niños no vayan a la escuela? Mucho. Sencillamente, sin datos no sabríamos de dónde partimos ni podríamos fijar metas educativas. La presión por alcanzar estas metas, o puntos de referencia, se desvanecería; la atención sobre quién se esfuerza y quién no se perdería por completo.

Trabajo con números cada hora de mi día. Como directora del Instituto de Estadística de la UNESCO, trabajo para apoyar a los estadísticos de los gobiernos que hacen esfuerzos gigantescos por medir, con datos, la salud de sus sistemas educativos. Cuentan quiénes están escolarizados, o no; quiénes están aprendiendo, o no; cuántos son niños o niñas; y si tienen un docente calificado, entre muchas otras cosas. Al nivel más básico, la atención que se presta cada año a qué escuelas van mejor que otras es una prueba de que sí nos importan las estadísticas; al nivel global, al observar qué países van mejor, esto se lleva a extremos cada vez mayores.

Silvia Montoya, directora del Instituto de Estadística de la UNESCO

Silvia Montoya, directora del Instituto de Estadística de la UNESCO, en una imagen facilitada por su equipo. EFE/Cedida

Pero a veces el cálculo falla. No es aceptable que, actualmente, sigamos sin tener cifras sobre los niveles de aprendizaje de más de 500 millones de niños y niñas a nivel mundial. Cuarenta países no informan sobre el número de docentes calificados.

Esta falta de datos tiene consecuencias políticas. Al fin y al cabo, son las y los responsables de la elaboración de políticas quienes deben responder a las preguntas de por qué aumentan los tiempos de espera para las citas médicas; por qué disminuye el tamaño de los bosques; y por qué crece la tasa de desempleo juvenil. En la educación, si no sabemos si los niños están aprendiendo, es más fácil dejar para otro día cualquier esfuerzo por mejorar las cosas.

La necesidad urgente de solucionar este y otros problemas relacionados con los datos es la razón por la que convocamos la primera Conferencia sobre Datos y Estadísticas de la Educación, que se celebra del 7 al 9 de febrero en París. La Organización Internacional del Trabajo celebró el centenario de su Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo en 2023. Ya es hora de que concedamos la misma importancia a los datos en la educación.

El tema que más atención suscita hoy entre los estadísticos es cómo mejorar el hecho de que la mitad de los países no informen sobre los niveles de aprendizaje de los niños en la escuela. Nuestra conferencia propondrá una solución. Es una nueva herramienta, que ya se ha puesto en marcha en siete países de África y Asia para el final de la primaria y en cuatro países de África para el primer ciclo de primaria, y que se está probando en India. Denominada AMPL por sus siglas en inglés (Assessment for Minimum Proficiency level, o Evaluación del Nivel Mínimo de Competencia), la herramienta es un conjunto de 20 preguntas sencillas de naturaleza versátil que pueden añadirse a una evaluación nacional o transnacional ya existente en un país. Nos entusiasma su potencial, el hecho de que los países la hagan suya, su rentabilidad en términos de tiempo y dinero, y su capacidad para contribuir a la toma de decisiones en materia de políticas de manera oportuna.

Los números no sólo sirven para contar, sino que ayudan a establecer normas sobre lo que se espera de las y los responsables de la elaboración de políticas. En la actualidad, por poner un ejemplo, más de un tercio de los países son incapaces de informar sobre el porcentaje de docentes formados en el nivel primario, en parte porque cada uno tiene una definición diferente de lo que significa «formados». Para abordar esta cuestión, queremos sugerir en esta venidera Conferencia una nueva norma mínima que un país debe cumplir para decir que sus docentes tienen las calificaciones académicas mínimas y para ampliar la definición de lo que es un docente formado. A través de los datos, en otras palabras, instaremos a los países a definir lo que significa realmente una educación de calidad.

Por ello, podría decirse que el trabajo con datos es similar a la abogacía. El trabajo que ha realizado el IEU, junto con el Informe GEM de la UNESCO, para ayudar a los gobiernos a analizar sus pasados índices de progreso en la educación y, posteriormente, ayudarles a establecer, de cara al progreso futuro, puntos de referencia –u objetivos– nacionales realistas, pero ambiciosos, en relación con el ODS 4 (Objetivo de Desarrollo Sostenible 4), es un buen ejemplo de ello. Se basan en los planes nacionales y representan los compromisos políticos en torno a los cuales la sociedad civil y otros actores pueden movilizarse para exigir a los gobiernos que rindan cuentas.

Nuestro trabajo con el Informe GEM mapea el progreso de los países hacia sus puntos de referencia en el Tablero ODS 4. El análisis de los datos del informe presenta un panorama sombrío. Muestra que, si bien el 76% de las y los niños debería participar en la educación de la primera infancia según los puntos de referencia nacionales de los países para 2025, hoy sólo lo hace el 69%; mientras que el 66% debería leer con comprensión al final de la primaria, hoy sólo lo hace el 58%. El trabajo muestra con precisión dónde deben trabajar más los gobiernos en el futuro si quieren cumplir sus compromisos.

Dada la magnitud de la tarea de recopilar datos sobre educación, son muchos los actores que aportan datos para ayudar a dibujar un panorama completo del progreso de la educación en el mundo. Sin embargo, cuando son muchas las personas involucradas, la colaboración, la sincronía y la comunicación adquieren una importancia crítica. La Conferencia sobre Datos y Estadísticas de la Educación de la UNESCO es la primera de muchas que ayudarán a crear una nueva comunidad de prácticas para mejorar las formas de trabajar y garantizar que ningún niño o niña sea invisible en los datos.

Empecé a trabajar en el Instituto de Estadística de la UNESCO en un momento en que la cooperación estadística internacional se estaba transformando para apoyar el seguimiento de los ODS. Esta es una visión impulsada por los países, y gracias a ellos hemos logrado avances en todos los frentes, desde las metodologías hasta las múltiples fuentes de datos y el aumento de la cobertura de datos. Nuestro papel a nivel mundial es identificar las lagunas de coordinación y hacer inventario de las prioridades para subsanarlas y hacer más eficaces nuestros esfuerzos colectivos. Esta conferencia ofrece un mecanismo único para actuar juntos.

Silvia Montoya es directora del Instituto de Estadística de la UNESCO.