El comercio de alimentación en la identidad europea

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comercio de alimentación en la identidad europea

Felipe Medina, secretario general Técnico de ASEDAS y consejero del Comité Económico y Social Europeo. Imagen cedida a EFE por ASEDAS

Las empresas claman por un Parlamento Europeo que reconozca la relevancia de los trabajadores del sector, la competitividad empresarial y su papel como palanca de cambio hacia la sostenibilidad medioambiental y social.

El sector de la distribución alimentaria forma una parte esencial de los 14 ecosistemas estratégicos definidos por la Comisión Europea en su propuesta de reforma de la política industrial europea. La importancia de la soberanía alimentaria -lo que se resume en contar con sistemas de producción y distribución de alimentos eficientes y estructuralmente fuertes- se puso de manifiesto claramente durante la pandemia de la Covid-19. Pero haríamos mal en quedarnos solo en esta necesidad y olvidar la enorme aportación del comercio de alimentación al empleo y al crecimiento económico de la UE. Solo en España, 465.000 personas trabajan en la llamada «distribución organizada» -hipermercados, supermercados, autoservicios y mayoristas- y más de 60.000 lo hacen como emprendedores en franquicias y cooperativas de alimentación.

Si ampliamos el foco hacia el comercio en general, nos encontramos con que este sector es el mayor empleador privado de Europa. Las grandes cifras lo explican fácilmente: 26 millones de europeos trabajan en el comercio -1 de cada 7 de la población activa- y las empresas aportan el 10 por ciento del PIB de la Unión; en España, el comercio minorista suma casi 2 millones de empleos y aporta el 5,4 por ciento del PIB.

De acuerdo con lo anterior, resulta imposible de entender la falta de interés que detectamos en el Parlamento Europeo por la defensa del comercio en su conjunto y, en concreto, en la comprensión de unos sistemas de distribución alimentaria que han demostrado su capacidad de resiliencia, de servicio al consumidor y su compromiso con los grandes retos a los que se enfrenta Europa. La renovación del Parlamento Europeo que saldrá de las elecciones del próximo 9 de junio debería ser una oportunidad para que la distribución alimentaria cuente con portavoces líderes en cada uno de los grupos políticos, así como con comisiones específicas que trabajen las prioridades del sector y le den una mayor visibilidad política, económica y social.

Felipe Medina habla sobre el comercio alimentario en la UE

Felipe Medina durante una intervención en el Comité Económico y Social Europeo. Imagen cedida a EFE por ASEDAS

Así pues, el necesario reconocimiento a un sector estratégico y el incremento de su consideración social y política serían las grandes prioridades sobre las que ASEDAS – organización que representa a más del 75 por ciento de la distribución alimentaria minorista y mayorista en España- ha reflexionado y son también condición imprescindible para abordar los tres grandes retos que voy a enumerar a continuación.

Personas: Al ser uno de los sectores más intensivos en empleo, los trabajadores son una de las grandes fortalezas de la distribución alimentaria. En la actualidad, el ámbito laboral presenta grandes desafíos entre los que destacan la necesidad de mecanismos para reducir el absentismo, la capacidad para atraer y retener el talento, la reducción del coste regulatorio de la normativa en materia de empleo y la formación de los trabajadores para adaptarlos a las nuevas necesidades del sector, como la digitalización y la economía circular.

Competitividad: Las empresas de distribución alimentaria necesitan de una regulación que proporcione seguridad jurídica y un entorno comercial estable que asegure las condiciones de competitividad y el acceso a un mercado que permita el desarrollo de sus modelos de negocio. En este sentido, preocupan normativas como el Reglamento de Morosidad o la Directiva de Prácticas Comerciales Desleales en la Cadena Alimentaria que, mal interpretados o aplicados, disparan directamente contra la línea de flotación económica de las empresas. El marco regulatorio ha de garantizar la seguridad alimentaria, las relaciones comerciales estables, la seguridad física y digital de los establecimientos comerciales y la calidad y etiquetado adecuado de los productos de alimentación. Por último, es necesaria la salvaguarda de la figura de las centrales o alianzas de compra como garantía de competencia y vertebración territorial y la consolidación de un mercado único que elimine barreras regulatorias.

Sostenibilidad: El sector de la distribución alimentaria se ha convertido en una palanca de cambio para las políticas europeas sobre sostenibilidad medioambiental y social. El amplio paquete legislativo del Green Deal y las normas de sostenibilidad ESG (medioambiente, sociedad y gobernanza) -que incluyen ambiciosos proyectos como el CSRD (Deforestación, Diligencia Debida y Trabajos Forzosos)- suponen, en la práctica, que en la próxima legislatura europea se tendrán que desarrollar más de 600 nuevas normas en este ámbito. El reto es, así pues, mayúsculo y, para que culmine con éxito, es muy necesario que el legislador escuche, dialogue y llegue a acuerdos con las empresas. Con el objetivo claro y compartido por todos, debemos trabajar juntos con estudios de análisis de impacto serios y realistas, adaptados a escenarios de flexibilidad y riesgo compartido. Solo así podremos avanzar hacia sistemas alimentarios sostenibles que respondan a los retos globales, a la vez que a las nuevas demandas y necesidades de los consumidores.

Fortalecer el comercio de alimentación es fortalecer Europa. La fuerte identidad cultural que compartimos los europeos es una característica que funciona como nexo de unión entre las diferentes regiones -orgullosas de sus características propias y felices al compartirlas y exportarlas- tiene una base ineludible que es la alimentación. Comemos -y, por tanto, consumimos- como europeos. Esta aspiración se refleja en los lineales de los supermercados como una manera más de construir un sueño, el de la Unión Europea, que se extiende a lo largo de los siglos.

Felipe Medina, secretario general Técnico de ASEDAS y consejero del Comité Económico y Social Europeo