Este artículo forma parte de nuestro Reportaje Especial Los envases: ¿Reutilizar o reciclar?.
La revisión en curso del Reglamento de Envases y Residuos de Envases (RERP) ha atraído una atención que proyecta sombras ampliamente. Desde los pasillos del Parlamento Europeo hasta los almacenes de cafeterías y restaurantes de toda la Unión Europea, el intenso escrutinio que converge en torno a esta propuesta legislativa es palpable.
En el centro del debate, como han señalado muchas voces, se encuentra la falta de pruebas sólidas y con base científica que respalden muchos de los cambios radicales que pretenden imponer las nuevas normas de envasado. La aspiración del Reglamento Europeo de Envases y Residuos de Envases (PPWR) de fijar objetivos ambiciosos para los envases reutilizables resulta ambiciosa pero equivocada cuando se analiza con el criterio de la sostenibilidad medioambiental. La transición a los reutilizables, paradójicamente, dará lugar a una oleada de envases de plástico duro difíciles de reciclar, que aumentan el estrés hídrico y las emisiones de CO2, y conllevan otros muchos factores de impacto ambiental negativo.
La evaluación de impacto que acompañaba a la propuesta original de reglamento fue muy criticada por carecer de rigor científico y por no realizar ni una sola evaluación del ciclo de vida (ECV) de ninguna de las opciones de envasado que imponía o intentaba reducir. Para compensar esta carencia, el Centro Común de Investigación (CCI) de la Comisión tiene previsto publicar su propio ACV comparando los envases de papel y los reutilizables.
Aun así, si se observan los resultados iniciales filtrados a las partes interesadas, resulta bastante preocupante que las especificaciones de los envases de papel utilizadas para la evaluación no sean representativas. Los datos utilizados para el papel tampoco están actualizados, lo que conduce a resultados de impacto sobre el cambio climático y el consumo de agua mucho más elevados que los disponibles en los informes publicados. Dado que este estudio aún no ha finalizado, es necesario que los investigadores subsanen estas lagunas para que las nuevas normas de envasado se basen en información precisa y actualizada sobre los materiales de envasado y su impacto ambiental.
Por el contrario, los dos estudios independientes y revisados por terceros de Ramboll para restaurantes de servicio rápido de comida a domicilio y comida para llevar cumplen las ocho categorías citadas por los académicos como necesarias para que un ACV sea sólido. Estos ACV muestran que la obligación de utilizar envases reutilizables en lugar de envases de papel en los restaurantes de servicio rápido casi triplica las emisiones de CO2 y utiliza 3,4 veces más agua dulce. Esto tiene en cuenta la energía consumida durante los ciclos de prelavado en casa y secado, así como el transporte de vuelta.
Por ejemplo, en Francia, que ha impuesto el uso obligatorio de productos reutilizables a partir de principios de 2023, los restaurantes de servicio rápido no están alcanzando el número deseado de reutilizaciones que tendría un impacto medioambiental positivo con respecto al uso único. Las cifras preliminares de una cadena de restaurantes mostraron que el número medio de reutilizaciones es de 29, muy por debajo de cualquier cifra que los hiciera más respetuosos con el medio ambiente que los de un solo uso.
La fibra de papel puede reciclarse hasta 25 veces y es mucho más fácil de reciclar que las alternativas de plástico. En la actualidad se recicla en un 82 %, y la industria se ha comprometido a alcanzar el 90 % en 2030, por encima del objetivo de la UE del 85 %. Este objetivo ya se ha superado en algunos Estados miembros, como Italia (donde la tasa de reciclado de envases de papel en 2021 fue del 86 %), con nueve años de antelación. Además, la industria ha cambiado sus prácticas para facilitar el reciclaje, como los vasos de papel que vienen con tapas 100 % de papel y fibra, y los clamshells para comida para llevar que no contienen ningún forro de plástico.
Centrarnos en mejorar los sistemas de reciclado nos ayudaría a aumentar aún más la tasa de reciclado. Sin embargo, la Comisión quiere prohibir los envases de papel renovables y reciclables en muchos contextos, obligando a la gente a utilizar reutilizables de plástico duro que son más caros, difíciles de reciclar y a menudo no se limpian adecuadamente. Además, gran parte de este plástico acabará en los vertederos o contaminando nuestros cursos de agua.
En pocas palabras, la propuesta de la Comisión ahogaría la valiosa innovación que se está produciendo en los sistemas de reciclado de papel, al tiempo que crearía incentivos para que las empresas se pasaran al plástico. Esto es lo contrario de lo que deberíamos perseguir con el Pacto Verde, al tiempo que socava toda la cadena de valor europea, desde el bosque hasta el consumidor, en un momento en el que la UE busca su autonomía estratégica.
Es fundamental subrayar que en la EPPA no abogamos por la exclusión de ninguna solución de envasado. Nuestra misión es garantizar que los envases de fibra sean reconocidos por sus méritos y su comportamiento medioambiental, basándonos en evaluaciones bien fundamentadas y científicamente sólidas.
A medida que los responsables políticos se preparan para las votaciones decisivas, deben evaluar críticamente todas las pruebas aportadas por todos los afectados por la propuesta. El escrutinio dirigido al PPWR no es una mera cuestión de diligencia legislativa; representa una apuesta de alto riesgo para el futuro de la sostenibilidad medioambiental, la viabilidad económica e incluso la salud pública.
Matti Rantanen es Director General de la Alianza Europea de Envases de Papel (EPPA)