Este artículo forma parte de nuestro Reportaje Especial Los envases: ¿Reutilizar o reciclar?.
En los últimos años, Europa ha sufrido un número cada vez mayor de sequías perjudiciales, que provocan incendios forestales y agotan los acuíferos. Casi un tercio de los europeos se ve afectado por estrés hídrico, según la Agencia Europea de Medio Ambiente. Se prevé que la situación empeore a medida que las sequías sean más frecuentes e intensas debido al cambio climático. El año 2023 no parece ser una excepción, ya que varios países han experimentado uno de los veranos más calurosos jamás registrados, con incendios forestales y falta de suministro de agua que preocupan a todo el continente.
Cuando algunos de los países más grandes y ricos de la Unión Europea adoptan medidas estrictas sobre la cantidad de agua que pueden utilizar sus ciudadanos y agricultores y los ríos europeos se secan, parece difícil justificar las medidas propuestas por la Comisión Europea en su propuesta de Reglamento sobre Envases y Residuos de Envases (PPWR por sus siglas en inglés, Packaging and Packaging Waste Regulation), publicada a finales del año pasado.
La propuesta, que, entre otras normas, pretende sustituir los envases de papel alimentario de un solo uso por alternativas reutilizables para los establecimientos de comida a domicilio y para llevar, no tiene en cuenta en modo alguno el enorme aumento del uso de agua dulce que sería necesario si los envases reutilizables fueran obligatorios.
En contra de la creencia popular, los productos reutilizables, sobre todo cuando están hechos de materiales no renovables que consumen muchos recursos y necesitan sistemas intensivos de lavado y secado, palidecen al compararse con los productos de papel de un solo uso, tanto en lo que respecta a la contribución al clima como al uso de agua dulce.
Si comparamos los envases de papel y los reutilizables para el consumo in situ en restaurantes de comida rápida, un análisis del ciclo de vida (ACV) realizado por Ramboll pone de manifiesto que los reutilizables consumen 3,4 veces más agua que los envases de papel de un solo uso. La necesidad de lavar la vajilla reutilizable aumenta enormemente la cantidad de agua necesaria, y se calcula que sustituir los envases reutilizables en los restaurantes de comida rápida equivaldría a satisfacer las necesidades de agua dulce de 750.000 personas al año.
Además, un informe reciente realizado por la consultora de gestión global Kearney muestra que los modelos de reutilización para comer en restaurantes requerirían hasta 4.000 millones de litros de agua adicionales cada año. Eso equivale a llenar más de 1.600 piscinas olímpicas de agua al año sólo para satisfacer la demanda. O a lavar 55.000 coches todos los días del año.
La evaluación de impacto en la que se basa el Reglamento sobre Envases y Residuos de Envases ignora gran parte de la investigación científica sobre los envases de papel de un solo uso y su reutilización, y hace suposiciones sin fundamento. En la evaluación de impacto se ha minimizado el impacto de los sistemas de lavado y secado, así como el transporte de los envases reutilizables hacia y desde los restaurantes. En múltiples ocasiones, los diputados del Parlamento Europeo han señalado la falta de datos científicos que respalden la propuesta de la Comisión Europea, desconcertados por este grave descuido.
Un ejemplo, entre otros muchos, es la afirmación de la evaluación de que el impacto del CO2 del «transporte y lavado» de la reutilización representa sólo el 37% de las emisiones totales de GEI (y el 27% en 2040). En realidad, representa más del 80%, según estudios de ACV de Ramboll revisados por terceros. Este tipo de análisis fallido no sirve de base para elaborar políticas. La simplificación excesiva y el cotejo absurdo de datos no pueden sustituir a un enfoque normalizado ISO, como el utilizado en los estudios de ACV.
En este contexto, los recientes votos de la Comisión de Industria, Investigación y Ciencia (ITRE), la Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor (IMCO) y la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural (AGRI) del Parlamento Europeo son pasos en la dirección correcta, alineados con la evidencia científica.
La ciencia y la evidencia deben seguir guiando el trabajo de los responsables políticos. Es necesario, especialmente en una cuestión tan crucial como la creación de una economía circular europea y la reducción del impacto medioambiental de los envases. Siguiendo a la ciencia, los responsables políticos tienen una oportunidad de reducir el consumo innecesario de agua dulce en un momento en que este recurso finito está disminuyendo drásticamente.
Ahora que vuelven al trabajo tras un caluroso verano, el Parlamento Europeo y los gobiernos nacionales tienen la responsabilidad de garantizar que las ambiciones de la UE se basen en la ciencia para fomentar el uso más sostenible y eficiente de los recursos, sin poner en riesgo la seguridad alimentaria, la inocuidad de los alimentos y la salud de los ciudadanos de la UE.
Matti Rantanen es Director General de la Alianza Europea de Envases de Papel (EPPA por sus siglas en inglés, European Paper Packaging Alliance).