Al capturar cada año entre el 20 y el 30% de nuestras emisiones de CO2, el océano es una poderosa bomba biológica o bomba de carbono y un gran aliado en la lucha contra la crisis climática. Sin embargo, el continuo aumento de los gases de efecto invernadero y la destrucción de los ecosistemas marinos están alterando el equilibrio físico-químico del océano y reduciendo su resiliencia.
A pesar de la proliferación de declaraciones a nivel internacional, la salud del océano sigue deteriorándose y estamos fracasando en responder de manera adecuada y sin la suficiente rapidez. Si queremos romper este círculo vicioso debemos actuar sin demora: descarbonizar nuestras sociedades y proteger los ecosistemas marinos de las actividades destructivas para darles la oportunidad de recuperarse.
UNA ECUACIÓN IMPOSIBLE
Como todos los demás sectores económicos, la industria pesquera se ha visto afectada por la reciente subida de los precios del combustible. En su comunicación sobre la transición energética para la pesca y la acuicultura, la Comisión Europea indica que, como consecuencia de la subida de los precios del combustible, el 66% de la pesca a gran escala y el 87% de la pesca en aguas distantes no son rentables, frente al 40% de la pesca a pequeña escala.
Al mismo tiempo, un reciente informe publicado por la ONG Oceana muestra que, de media, la flota europea es responsable del 17% de las emisiones anuales de CO2 generadas por el sector pesquero en todo el mundo.
Lógicamente, los buques que consumen más energía -los que utilizan artes remolcadas como redes de cerco y arrastre con un importante impacto en los ecosistemas- son también los principales beneficiarios de las exenciones fiscales sobre el combustible, debido a las grandes cantidades que consumen cada año.
Esta ecuación es insostenible porque el modelo en el que se basa no es ni económicamente racional ni sostenible. Los responsables políticos europeos no pueden impulsar una transición ecológica y al mismo tiempo mantener las exenciones fiscales a los combustibles fósiles, consideradas subvenciones al combustible para la industria pesquera.
LA OPORTUNIDAD DE LA DIRECTIVA SOBRE LA FISCALIDAD DE LA ENERGÍA
En su defensa, la Unión Europea no está sola en este problema: la cuestión de las subvenciones a los carburantes es fuente de desacuerdos en la OMC, donde se llevan a cabo negociaciones sobre las subvenciones a la pesca desde 2001, que desembocaron en un acuerdo inicial el pasado mes de junio. La Unión Europea es un actor importante en este proceso. Al abordar esta difícil cuestión en su propia legislación, la UE ganaría sin duda credibilidad y reforzaría al mismo tiempo su liderazgo en la gobernanza internacional del océano.
Los dirigentes europeos tienen la oportunidad ahora de actuar en este asunto crucial adoptando la propuesta de Directiva revisada sobre fiscalidad de la energía que, entre otros temas, pide que se ponga fin a la exención fiscal del combustible para los buques pesqueros. Hay que reconocer que no es la decisión más fácil de tomar, sobre todo en el contexto actual. Sin embargo, unida a un ambicioso plan de transición de la pesca hacia un modelo de bajas emisiones que utilice métodos eficientes en el uso de los recursos, marcaría un importante punto de inflexión tanto en el ámbito de la protección del medio ambiente marino como en términos de neutralidad de carbono, contribuyendo así a alcanzar los objetivos del Pacto Verde Europeo.
LA DESCARBONIZACIÓN NO PUEDE DISOCIARSE DE LA TRANSDORMACIÓN MEDIOAMBIENTAL
Poner fin a los incentivos financieros a los combustibles fósiles y apoyar al mismo tiempo el desarrollo de alternativas es un buen comienzo. Pero no debe eclipsar otro reto aún más fundamental: detener la destrucción del océano.
Los expertos de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES por sus siglas en inglés) lo tienen claro: la pesca ha sido el principal factor de destrucción de los ecosistemas marinos durante los últimos cincuenta años. Por tanto, la transición del sector hacia un modelo bajo en carbono y respetuoso con el medio ambiente no puede consistir en transformar flotas pesqueras que sin duda seguirán destruyendo los ecosistemas marinos con artes de pesca cada vez más eficientes.
Lamentablemente, aparte de algunos recordatorios bien intencionados sobre la necesidad de contar con poblaciones sanas y preservar los ecosistemas marinos, ni la Comisión Europea ni el Consejo Europeo han mostrado aún ningún cambio fundamental de rumbo en sus planteamientos.
No es momento de dilaciones ni de medidas ambivalentes que pretenden perpetuar un modelo que todos sabemos obsoleto. Debemos actuar ya para proteger el océano.
Hans Eichel fue ministro alemán de Finanzas (1999-2005) y Rashid Sumaila es profesor de la Universidad de British Columbia.