No cabe duda de que la innovación es necesaria en las economías contemporáneas. La inversión en investigación y desarrollo (I+D) es esencial para las empresas y los países, y contribuye a una economía fuerte mediante la creación de empleo, la generación de ingresos y el crecimiento económico a largo plazo. En los últimos años, muchos de los países de Oriente Medio y Norte de África han desarrollado iniciativas, estrategias o políticas individuales para promover la innovación y la economía del conocimiento. Sin embargo, el estado actual de la cooperación científica en la región euromediterránea se caracteriza más por las interacciones Norte-Sur que por la colaboración Sur-Sur.
A mediados de este mes se produjo una ola de calor que afectó a gran parte de nuestra región antes de que el verano hubiese comenzado. Los meteorólogos anunciaron esta ola de calor inusualmente temprana como una señal de lo que ocurrirá a medida que el calentamiento global continúe: el aumento del nivel del mar, la desaparición de la biodiversidad y el calor que estamos sufriendo en ambas orillas del Mediterráneo, entre otros.
La región euromediterránea es uno de los principales puntos críticos del cambio climático y se enfrenta a este y otros retos comunes que traspasan fronteras. La innovación es más necesaria que nunca. Debemos innovar, y debemos hacerlo juntos.
Si queremos lograr una revolución verde acompañada de un crecimiento económico, tenemos que situar la cooperación en materia de investigación científica en el centro de nuestras estrategias de desarrollo. Esto requiere esfuerzos coordinados para promover el intercambio de recursos y conocimientos, crear nuevas iniciativas conjuntas y mejorar la comunicación entre nuestros sistemas.
Pero la investigación no se produce (o no debería producirse) en el vacío. Por lo tanto, la investigación y la innovación deben estar vinculadas a las industrias y economías locales. Es necesario que haya más diálogo entre el mundo académico, la industria y los gobiernos si queremos que la investigación se vea como una oportunidad para abordar las disparidades de nuestras sociedades.
Por ello, es fundamental que no nos limitemos solo a hacer más accesible el mundo de la investigación, sino que también nos aseguremos de que su impacto se perciba en todas las economías mediterráneas, abogando por un futuro sostenible e igualitario basado en competencias y hechos concretos.
Aquí es donde el triángulo de la educación, la investigación y la innovación sigue demostrando cómo la interacción constante entre estos tres esfuerzos hace posible y viable la innovación. El acceso a la educación superior y a las oportunidades de investigación no solo aporta a un país un importante rendimiento económico, sino que también ayuda a las personas a alcanzar su pleno potencial.
OPORTUNIDADES PARA LAS MUJERES JÓVENES
Según las estimaciones de UNICEF, al ritmo actual, 39 millones de jóvenes más llegarán al mercado laboral en toda la región para 2030. Con el segundo grupo demográfico más joven del mundo, la región sur del Mediterráneo se enfrenta al reto de ofrecer oportunidades de empleo de calidad a esta nueva mano de obra, especialmente a las mujeres jóvenes. Aunque en varios países (Egipto, Jordania, Túnez) las mujeres superan ahora a sus homólogos masculinos en cuanto a graduados de educación terciaria, siguen estando desproporcionadamente afectadas por el desempleo.
Este potencial actualmente desaprovechado es lo que nos impulsa a desarrollar iniciativas que aborden dos problemas a la vez: el desarrollo de oportunidades profesionales y la garantía de una región sostenible.
Basta pensar en el potencial que podría tener este enfoque en una estructura arraigada y compleja, como son nuestras redes energéticas. A medida que la atención de los centros de investigación se desplaza de la petroquímica a soluciones más ecológicas, se abre una ventana de oportunidad para cambiar nuestra forma de trabajar juntos.
Aprendamos de las lecciones de la pandemia de la Covid-19, que ha demostrado la importancia de la cooperación científica para el desarrollo de vacunas. La colaboración, cuando se trata de desarrollar soluciones de almacenamiento e implementación de infraestructuras, es clave.
En la Unión por el Mediterráneo siempre hemos trabajado en promover el desarrollo humano a la vez que el desarrollo sostenible. Uno de los principales retos a los que nos enfrentamos hoy en día es promover la excelencia científica en el área mediterránea, así como encontrar nuevas soluciones a los retos a los que se enfrentan nuestras comunidades para la gestión del agua, los alimentos y las cuestiones sanitarias.
Retos que requieren una nueva visión, más allá de la simple transferencia de tecnología y hacia una verdadera co-creación, sobre un espíritu de co-propiedad.
Esta semana, todos los países euromediterráneos han adoptado una Declaración Ministerial sobre la innovación e investigación. Se trata de un paso en la dirección correcta para hacer frente al ritmo de los cambios y a la magnitud de los retos a los que nos enfrentamos, y para fomentar la colaboración entre científicos e innovadores de ambas orillas del Mediterráneo.
Están aprobando una nueva hoja de ruta para la investigación sobre temas que importan, como el cambio climático, las energías renovables y la salud.
Estamos colaborando e identificando sinergias para no limitarnos a aportar soluciones a corto plazo, sino para transformar por completo nuestra forma de vivir, trabajar y aprender.
Itaf Ben Abdallah es directora y asesora senior de Educación Superior e Investigación de la Unión por el Mediterráneo