En el aire, el himno de Europa; en el cielo, una lluvia de destellos dorados. Personas que no se conocían de nada se abrazaban. Cientos de personas, también yo, celebrábamos entonces, el 1 de mayo de 2004, en el puente sobre el Óder entre la Frankfurt de Alemania Oriental y Słubice en Polonia Occidental ese momento europeo tan especial: el Este y el Oeste por fin se encontraban unidos en la Unión Europea.